La Agrupación política AJI 20 (Agrupación Joven Independiente 20 de agosto) viene desarrollando diferentes charlas con referentes sindicales, sociales y populares en conmemoración de sus 30 años de vida.
En esta oportunidad, bajo el nombre “De la Facultad al Piquete”, en al aula Magna de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales UNJu, una Mesa Panel integrada por la Antropóloga, Docente e Investigadora Liz Gómez, la referente barrial de los ´90, Marcela Burgos; la Educadora Popular y militante de AJI 20, Noemí Bejarano; la fundadora de la Biblioteca Niñxs Pájaros y cofundadora de la Biblioteca Los Horneritos, Ester Torres; la Co-fundadora y coordinadora de las Huertas comunitarias de la organización social ATD, Remigia Puca en conjunto con el educador y comunicador popular, referente del AJI 20 y miembro de la Comisión de Desocupados del año 1997, Miguel Ramos desandaron un camino de lucha y colaboración entre las mujeres y otros sectores postergados de los noventa con los estudiantes universitarios.
Este recorrido colectivo, además de abordar el surgimiento de las organizaciones de desocupados en los noventa, realizó una nítida caracterización de la vida social en medio de un contexto donde el movimiento obrero se encontraba debilitado y fragmentado políticamente. Analizó cómo los sectores de poder intentaron desarticular los sindicatos y en este marco cuál fue el accionar del recién creado Frente de Gremios Estatales y la aparición pública de los desocupados como fuerza política. A su vez examinó cómo el movimiento estudiantil ingresó a la lucha acompañando a los sectores desocupados de Jujuy.
En este cuadro la referente barrial de los ´90, Marcela Burgos, detalló como la desocupación y el hambre golpeaban a las familias jujeñas por lo cual la desnutrición en la niñez se volvió un importante problema de salud pública y fue la causa de los altos índices de mortalidad/morbilidad asociada a distintas patologías sobre la población infantil de la época. De la misma manera señaló como el hambre incidió en la muerte materna y enlutó a numerosas familias jujeñas dejando a cientos de niños a la deriva.
“Íbamos a pie hasta el hospital San Roque y no conseguíamos turno. No llegaba ni una caja de leche, no teníamos nada para comer por eso donde yo vivo, el barrio 13 de Julio en Malvinas, las madres comenzaron a organizarse y así se conformó un comedor. Allí comenzamos a juntarnos llevando lo poco que cada una tenía. Ahí comenzó el pensamiento y la reunión y empezamos a romper estructuras, a decirnos que no queríamos esa vida, no queríamos perder un hijo por el hambre”.
Este primer comedor llamado “Sagrado Corazón de Jesús” fue el primero de estas características, comunitario, con asiento en un asentamiento pobre que también surgió en el marco de un conjunto de acciones a modo de intervenciones territorializadas por parte de la propia sociedad civil en respuesta a la insatisfacción de necesidades básicas y a la nula atención del estado sobre la cuestión.
Sobre los asentamientos, Marcela Burgos explicó “no sólo surgían por la falta de vivienda, sino por la violencia doméstica que motivo que las mujeres se asienten porque no había donde ir”. La violencia, según la referente, ya estaba presente en la sociedad, pero todavía no se hablaba de ella. Por esa razón, señaló, “muchas tomamos tierras, levantamos nuestras casas con plástico y bloques y nos organizamos. Después, con el tiempo y por la situación, surgió la cooperación con los chicos de la facultad donde entre otras cosas nos enteramos que la facultad era para todos”.
“En este camino conocimos al AJI 20 que nos traía leña para el comedor, juntaban mercadería y nos ayudaban en muchos aspectos además de enseñarnos que teníamos derecho a muchas cosas como a la educación, porque en ese momento creíamos que la universidad no era para nosotras, la veíamos lejana”.
Con ellos, expuso Marcela, “las mujeres transitamos un periodo de lucha muy fuerte por eso nos alegra que el AJI 20 se haya podido sostener en el tiempo con su lucha, venciendo todos los obstáculos ayudando y construyendo todo lo que tienen ahora como la territorialidad muy marcada y sobre todo aprendiendo constantemente para crecer”.
Para finalizar, la referente detalló que hoy el comedor ya no está activo porque muchas de aquellas mujeres que lo pusieron en pie para afrontar el hambre pudieron estudiar, trabajar y progresar. “Con el tiempo se resolvió esa carencia y cada una volvió a comer a su hogar. Además, el estado comenzó a abrir comedores y merenderos entonces cada una podía elegir dónde ir, además los chicos que eran chiquitos en aquel momento fueron creciendo sin embargo siempre vamos a agradecer esa valiosa cooperación que fue determinante para nuestra vida”.